domingo, 8 de julio de 2007

Relato en tiempo real (su recuerdo)


Es tarde, apenas he dormido seis horas, y mañana tengo que madrugar mucho ya que salgo de viaje pero no podía irme a dormir sin escribir, algo más que unas líneas me temo, sobre la gran noche que viví ayer.

La cara interna de mis muslos aún está dulcemente dolorida por la potencia de sus embestidas y mi abdomen y mis brazos aún se resienten por el esfuerzo realizado......pero estas pequeñas molestias han sido enormemente compensadas y, por otro lado, me sirven de recuerdo constante de lo vivido.

A media tarde intercambiamos un par de mensajes para concretar la hora de la cita. Yo le dije que estaba nerviosa e intrigada con respecto a la sorpresa que me iba a preparar y él me respondió que le encantaba tenerme así......
Pasé la tarde deambulando por la ciudad; llevaba todo el mes encerrada en casa por culpa de los exámenes y necesitaba oxigenarme, empaparme del bullicio de la ciudad, sentir el calor del sol, no pensar. Estaba un tanto nerviosa, sumida en la incertidumbre, y necesitaba distraerme.....Fui al McDonalds de Gran Vía con Montera, me pedí un café y un muffin y subí al piso superior, donde me senté en una mesa junto a un gran ventanal, a hacer tiempo leyendo una revista y contemplando el panorama.....Intercambié una serie de mensajes con mis amigas curiosas; Ana me dijo que me aprovechara de él todo lo que pudiera y le diera un morreo de su parte, cosa que hice, aunque no adelantemos acontecimientos. Clara, por su lado, quiso saber si la sorpresa sería versión light o completa, ya que ella conocía los detalles de ambas por boca de Traviesillo, aunque no me los había desvelado, desde luego. Yo estaba completamente a oscuras al respecto, no sabía que me iba a hacer, si habría atracción entre ambos, no sabía nada y no quería pensar en nada, así que dejé la cafetería y estuve caminando por el centro: opera, sol, carrera de san jerónimo....Los mensajes de Traviesillo se sucedieron, incluso hubo una llamada telefónica. Él parecía disfrutar mucho sabiendo que me tenía curiosa, intrigada, expectante, nerviosa, a merced de lo que el quisiera prepararme. Sabía que iría con traje a la cita y eso me encantó. Yo sólo le dije que, a parte de ir enfundada en mis inseparables zapatos de tacón negros, vestiría una falda entallada con sorpresa incluida. Yo también quería hacer crecer en él la duda, la curiosidad. Él, por su parte, quería excitarme con su sorpresa, despertar mis deseos más morbosos, según me confesó.

Finalmente, me ordenó por sms que me dirigiera a la calle en la que habiamos quedado, el número 15 y le esperara allí. Yo, obediente, cogí un autobús hacia el lugar, bajándome a una parada de distancia para poner en orden mis ideas antes de tenerle frente a frente. Le contesté que me dirigía al lugar subida en mis tacones negros, con ánimo de encender un poco la situación. Una vez allí él me escribió:

“Pasa a la cafetería que tienes al lado sin mirar a nadie. En cuanto traspases la puerta gira a la izquierda y baja las escaleras que llevan al baño. Entra en el lavabo de la derecha de los 2 que hay en el de chicas. Cuando estés mándame un sms que diga ya”

Un tanto nerviosa aún, aunque por encima de todo curiosa y expectante, cumplí sus ordenes. En seguida recibí un nuevo mensaje, que decía:

“Busca detrás de la papelera. Hay una bolsa de Zara. Coge lo que hay dentro y póntelo muy bien colocado. Cuando estés lista mándame un ya”

Busqué detrás de la papelera cómo me había dicho y encontré, muy bien escondida, la bolsa de Zara, de la que extraje riéndome coquetamente un antifaz dorado y negro, que enseguida me coloqué con cuidado, no sin antes enviar mi sms de respuesta. Tras unos segundos comencé a oír los pasos lentos, y aparentemente masculinos por su sonoridad, de alguien que entraba en el baño de mujeres. Inmediatamente supe que era él; sonreí nerviosa, quizá me mordí los labios y mi cuerpo apoyado contra la pared se puso en tensión.....sentí como la puerta se abría y alguien entraba dentro del pequeño habitáculo. Se colocó frente a mi, a un metro de distancia, y a pesar de no poder verle sentí claramente su presencia. Comenzó a hablarme despacio, con voz grave y sensual....había excitación en esa voz y también cierta ansiedad. Enseguida reconocí su voz, esa voz que había encendido aún más si cabe alguna noche de verano a través del teléfono....

Echó el pestillo del baño y me lo hizo saber, describiendo el momento que estábamos viviendo desde fuera, cómo en uno de sus relatos: ”...allí estaba ella, encerrada en el baño con un desconocido........Ha echado el pestillo, ¡que me irá a hacer!, pensó ella...” me susurró. El miedo iba dando paso a un sentimiento difuso de excitación que crecía dentro de mi pecho. Mis labios permanecieron entreabiertos mientras mi cuerpo se arqueaba inconscientemente apuntando hacia él. Traviesillo se aproximó a mi y me siguió susurrando, cada vez más cerca del oído:......”Él estaba allí, observándola, repasando su cuerpo con la mirada: sus tacones negros, la abertura de su falda, su pecho, sus labios entreabiertos”....continúo en voz tenue, muy cerca de mi boca....”ella esperaba que la besara pero no lo haría, a pesar de la visión de sus labios, que esbozaban una pequeña sonrisa....” Mis brazos descansaban a lo largo de mi cuerpo y él tomó una de mis manos para llevarla a su cara. Pude tocar cara, sentir la masculinidad de un rostro a medio afeitar, y oler levemente el aroma de su piel, mezcla de tabaco y perfume.

“Con una mano exploraría los rincones del cuerpo de él y con la otra repetiría esos mismos movimientos sobre su propio cuerpo” dijo, y no pude hacer otra cosa más que acatar sus órdenes. Estaba deseosa, quería tocarle pero no me atrevía, y a la vez pensaba que estaba cometiendo una locura. ¿Qué hago yo encerrada y vendada con un desconocido, en un baño? me decía a mi misma, ¿Y si él....? sin siquiera atreverme a terminar la frase en mi mente. Finalmente fui deslizando mi mano por su cuello, rodeando sus hombros, acariciando su pecho....hasta llegar a la cadera, repitiendo simétricamente esos movimientos al acariciar mi propio cuerpo. Cada vez le sentía más cerca de mi, su respiración, un tanto agitada, caía sobre mi cuello, y yo sólo deseaba que me besara, que me tocara de una vez. Seguí acariciándole tentadora aunque inocentemente, y en un momento dado, viendo que mi cuerpo respondía, le llamaba, él se apretó fuertemente contra el mío. Mis brazos le rodearon y siguió hablándome al oído....”ella podía sentir la excitación de él traspasando la tela”.....Pude notar su erección contra mi abdomen y sentir esa excitación, sin que el llegara aún a adivinar el grado que había alcanzado la mía.

“Ella deseaba que la besara pero no lo haría, aún no” susurro y se apartó de mi para arrodillarse. Me acarició las piernas muy suavemente con sus dedos revoloteando sobre mi piel, desde las rodillas hasta alcanzar la mitad del muslo. Mis piernas se abrieron ligeramente y sus manos exploraron un poco más arriba, debajo de la ajustada falda, llegando a tocar la cara interna de mis muslos en movimientos que avanzaban y retrocedían, encendiendo aún más mi deseo. Yo permanecí muy quieta pero cuando rozó la tela de mis braguitas se me escapó un suspiro, que él tomo como invitación, deslizando una de sus manos en lo más profundo de mi falda para acariciarme por detrás, apenas tocando mis nalgas. Retiró sus manos, se puso de pie y tomando la larga cremallera de mi falda, que subía diagonalmente hasta la cintura, fue descorriéndola muy despacio. Volvió a jugar con la cara interna de mis muslos pero sus dedos comenzaron a tropezar cómo por accidente con mis braguitas. Poco a poco las leves caricias sobre mi sexo se hicieron más evidentes.....”Estas totalmente empapada” me dijo, sorprendido y excitado.....Justo cuando iba a traspasar la barrera de mi ropa interior, justo cuando mi cuerpo demandaba a gritos sus caricias, me dijo “te espero en la barra”, abrió la puerta y se marchó, dejándome allí. Me quité el antifaz, aún descansando apoyada contra la pared, sonreí golosa y divertida, y traté de componerme antes de subir a encontrarme nuevamente con él.
Caminé hacia él, nos miramos y reímos. Mi primer impulso fue darle dos besos, llevada quizá por la costumbre. Me sonrío pícaramente...”¿Después de todo esto me vas a dar dos besos en la mejilla? me dijo divertido, al mismo tiempo que tiraba suave pero rápidamente de mi muñeca para acercarme a su cuerpo. Deslizó su otra mano en mi nuca, nuestras lenguas se encontraron en esperado abrazo y ambos sentimos como mi piel se erizaba......Me besó el cuello sensualmente y ambos tomamos asiento en la barra del bar. Yo aún no era consciente de que la noche no había hecho más que empezar.



Pedimos algo para beber en la misma barra. Sonreíamos divertidos, emocionados por la travesura, y yo le estudiaba curiosa, igual que él había hecho previamente en el baño. Es un hombre alto, rubio oscuro, de pelo largo y sedoso, con anchas espaldas, masculino pero delicado en el trato, con manos grandes y terriblemente varoniles. Su cuerpo lo había contemplado ya en el pasado, en las fotografías que solía colgar en su blog, pero no así sus ojos oscuros, que parecían de alguien de más edad. Llevaba traje azul marino de raya diplomática y corbata, que le sentaba muy bien.

Me dijo que le había encantado sentir cómo mi piel se erizaba al besarnos y volvió a posar sus labios en mi cuello....Una vez más, mi piel respondió al contacto y se me puso la carne de gallina. Nos alejamos un poco, “me encanta” dijo entre sonrisas, y yo sólo pude mirarle sonriendo tímidamente mientras bebía de mi copa, pues estaba sedienta, excitada, y nerviosa.

Hablamos de cientos de cosas, la conversación surgía natural entre nosotros, nuestros cuerpo estaban relajados y próximos. Me acariciaba levemente el muslo, “que suave” dijo, aunque su mano iba adentrándose cada vez más debajo de mi falda, entre las piernas,.... “podrían vernos” dije yo algo inquieta pero ansiosa por que me tocara,.....” la gente nunca se da cuenta de estas cosas, a menos que tu quieras” me dijo, “¿ves? Nadie nos mira, ni los camareros.....están todos a los suyo” y al decir esto deslizo su mano aún más profundamente hasta rozar mi sexo por encima de las braguitas. Mis ojos se entornaron una fracción de segundo pero enseguida reaccioné dirigiéndole una mirada que decía “me encanta lo que estás haciendo pero no seas travieso, no sigas”. “Eres un poco malo, Traviesillo” le susurré un tanto acalorada. Se quedó en silencio, sus ojos penetraron intensamente los míos, y buscó ávidamente mis labios y nos fundimos en un beso húmedo y jugoso.



“Que curioso” comenté, “no me había dado cuenta de que llevabas corbata cuando estábamos abajo, si lo hubiera sabido hubiera tirado de ella así” y la agarré tirando ligeramente de él hacia mi, dirigiéndonos ambos penetrantes miradas llenas de intención, entre sonrisas.

Estábamos sentados, uno enfrente del otro pero muy próximos. Hablábamos sin parar, aunque cada vez más a menudo Traviesillo interrumpía mis palabras para besarme en la boca y después de abandonar mis labios seguir jugueteando por mi cuello. Yo me sonrojaba, sonreía deleitándome con sus besos, siempre controlando quien nos miraba, con una mezcla de curiosidad morbosa y vergüenza. Sus manos descansaban sobre mi; una acariciaba mi muslo, que asomaba desnudo por la cremallera entreabierta,...”que piel tan suave”...susurraba él...., la otra mano se posaba sobre mi cadera, a penas rozándola,....”siento escalofríos cuando me tocas así,....¡y eso que sólo me estás tocando la cadera!” le dije entre risas, sin poder librarme de una dulce sensación de indefensión, de deseo. Tomó una de mis manos y entrelazándola con la suya se la llevo a los labios para besarla.......Mi piel pedía su piel desesperadamente.....

Abandonamos el café para tomar su coche y dirigirnos a Talismán. No fue difícil tomar la decisión; en un principio, llevados por la atracción y la avidez con que nos deseábamos pensamos en regresar al baño del café pero lo descartamos por arriesgado e incómodo. Él me propuso ir a Talismán y yo acepté sin reticencias pues tenía buenas referencias del local y, sobretodo, porque confiaba en él plenamente. Es curioso cómo a veces conoces a personas que instantáneamente te generan confianza y con las que te sientes cómoda para hablar de cosas que no revelarías fácilmente a cualquiera. Eso me pasó con Traviesillo y fue lo que hizo que la noche fuera tan especial.

Había aparcado el coche enfrente del café, a unos metros. Nada más salir me estremecí con el fresco de la noche y él se quitó su chaqueta para cubrirme.....”siempre he querido hacer esto”....y yo la acepté agradecida y enternecida por el gesto. Me abrió la puerta del coche para que subiera y después tomó asiento él mismo y, sin mediar palabra, nuestras miradas se fundieron en la oscuridad del coche aún apagado y comenzamos a besarnos como lobos hambrientos. Mi cuerpo se apretó con fuerza contra el suyo y sus manos se deslizaron rápidamente para subir la cremallera de mi falda hasta más allá de la cadera. “Cuando te toqué en el baño, ¡estabas tan húmeda!.....eso me puso a cien” dijo en voz baja deslizando sus dedos dentro de mis bragas. Comenzó a excitarme con sus manos, con su lengua aún en mi boca. “Dentro, dentro, métemelos dentro”....susurré ansiosa, e introdujo sus dedos en mi sexo, profundamente, prosiguiendo con rítmicos movimientos. Mis manos viajaron por su cuerpo, aún por encima de su ropa, y fueron a dar con la dureza de sus pantalones. ¡Que excitadísima estaba yo en ese momento! y él me lo hacía saber...”estás muy mojada, chorreando” me decía....” yo siempre estoy mojada” le contestaba sin mentir. Estábamos en plena calle, aparcados en la acera, pero el deseo era grande y afortunadamente no pasaba nadie. A pesar del momento de locura conseguimos tomar el control, nos recompusimos y emprendimos rumbo al local. Durante el trayecto charlamos y el siguió acariciando mis muslos, acompañado a veces por mi mano sobre la suya, en un gesto íntimo. Me encantaron sus manos, grandes, varoniles, de dedos fuertes, pero delicadas en sus caricias.

Entramos en Talismán y nos dirigimos en primer lugar a la barra del local, que parecía la de cualquier pub normal y corriente. Pedimos un par de copas y Traviesillo me estuvo enseñando el local, que era muy amplio ya que ocupaba las tres plantas de un chalet. Antes de eso habíamos dejado en las taquillas mi pesado bolso y su chaqueta, para movernos con mayor libertad. El último piso, la buhardilla, fue el último que visitamos y el que me pareció más agradable. Tenía la escalera justo en el centro y alrededor, bajo altos techos inclinados, había camas bajas corridas, casi como tatamis, bordeando la pared, envueltas en una tenue luz azul y sembradas de cojines aquí y allá.

Dejamos las copas en una repisa y Traviesillo tomó asiento en una de las camas, aún vacías. Yo permanecí de pie unos instantes, hasta que Traviesillo tiró de mi....”¿nos quedamos aquí un rato?” me dijo con ojos pícaros.....y yo, entre sonrisas tan traviesas cómo las suyas, me dejé caer a su lado...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Traviesillo¡¡ Me encanta..¡ Sabes, sería excitante e intrigante leer un relato en el qué la persona a la que sorprendan seas tú.. existirá traviesa alguna que pueda sorprenderte?, aunque sería todo un reto.. puf..arriesgado, toda una osadía....¡ mil besos. Ariadna.

Anónimo dijo...

mmmm pues la verdad que cómo dice Ariadna, sería todo un reto más que placentero poder sorprenderte a ti..... yo me apunto jejeje, a ver si lo consigo.... un besito y encantadoras ambas partes

L&V

Un travieso curioso dijo...

MMMMMMMM no estaria mal jejejeje, a ver si me animo algún dia y cuento en algún post algunas que tengo pendientes.

A Claudia quiero agradecerle este relato, me ha encantado leer como lo vivió ella.

Un beso muy travieso