lunes, 14 de mayo de 2012

El arte de seducir. Capitulo XIII: La ética de la seducción



Continuación de: El arte de seducir. Capitulo XII: Ataques de fuego.

El arte de seducir y el arte del engaño son dos artes que no tienen nada que ver entre si.
No se puede concebir la seducción como un arte si se encuentra presente el engaño.
Dicho esto, debería bastar para entender perfectamente en que se debe basar la ética de la seducción, sin embargo cuando de engaños se trata, conviene tener en cuenta ciertos aspectos.
Hay gente que piensa que un engaño, deja de ser tal cuando uno encuentra argumentos suficientes como para que este deje de serlo, esto no es así, un engaño siempre es un engaño, se encuentren argumentos que lo justifiquen o no.
Podemos encontrar argumentos que lleguen a explicar como un elefante podría subirse a una margarita, pero eso no quiere decir que sea posible, es solo teoría.
De la misma manera vestir con argumentos un engaño, por elegante que sea el resultado, chocará con la ética de la seducción y esta no podrá considerarse arte.
El mayor peligro del engaño no lo corre la persona a la que se desea seducir, sino nosotros mismos si caemos en él.
Resulta tentador hacerlo (caer en el engaño), en aquellos momentos en que te preguntan por ejemplo si te gusta algo en concreto. Decir que si, agradar y buscar el posicionamiento que puede ofrecernos ese nuevo punto en común, cuando en realidad nuestra respuesta sincera sería decir no, no me gusta.
Al caer en esa tentación es el momento en el que comenzamos a convertirnos en otra persona y poco a poco vamos dejando de ser nosotros mismos.
Cuando dejamos de ser nosotros mismos, es otra persona la que en realidad se encuentra seduciendo, ese personaje que engaño a engaño, vamos creando poco a poco y sin darnos cuenta.
Podrás cosechar mil victorias, anotar mil muescas, pero ¿no te das cuenta de lo triste que resulta tener que asumir que tu no eres capaz de seducir y tu personaje si?
Por eso, si se llega a perder la ética, invariablemente se perderá algo de dignidad.

domingo, 22 de abril de 2012

¿Una cita tradicional o especial? (Su versión)



Aún siento las huellas del placer vivido ayer. Imágenes relámpago de la pasada noche pasan por mi mente haciendo que mi cuerpo se estremezca y aparezca una inevitable sonrisa, esa que tanto le gusta, en mi cara.

El día de ayer fue transcurriendo lento y tedioso. Cuando esperas algo, que llegue, que pase, saber cómo será, qué será...el tiempo reduce su marcha. Y eso fue lo que pasó.

Habíamos hablado por messenger durante bastante tiempo, a rachas, unas veces más y otras menos, pero llevábamos un tiempo manteniendo unas conversaciones muy interesantes. Todo empezó de forma inocente, hablando de fantasías, de experiencias, de su blog. Yo leía esas cosas y me encantaba...me excitaba imaginarlo, pero lo veía como “esas fantasías que te excitan pero nunca te atreverías a hacer”. Sin yo darme cuenta él iba dejando semillitas en mi mente, que poco a poco iban creciendo y se iban metiendo más y más en mis fantasías. Me hacían desear vivir esas cosas que no me atrevía a vivir. Me costó mucho decidirme a aceptar que alguien que yo no conocía, por muy buena sensación que me transmitiera, me preparara algo, una sorpresa, algo erótico, sin saber yo nada de lo que iba a pasar. Entregarme a él, depositando toda mi confianza en él esperando que realmente fuera como parecía ser. Por otro lado, ¿cuántas veces conoces a alguien que quiera hacer eso por ti? ¿para hacerte disfrutar? Y saber que disfruta con ello.... Que pueda darte unas sensaciones y una experiencia que de otra forma no podrías obtener. Tenía que hacerlo. Tenía que superar mis miedos, nervios y temores, porque yo quería vivir eso. Quería sentirlo de verdad. Asi que me lié la manta a la cabeza y le dije que sí. Una vez tomada la decisión, que fue lo que más me costó, ya no había marcha atrás. Los nervios y temores no desaparecieron, pero al fin, sabía lo que quería.

Los días previos, incluso en el mismo día, me picaba con la imagen de posibles situaciones para estimular mi imaginación, que llevaba ya activa desde el día que habíamos decidido quedar. No sabía lo que iba a pasar, solo sabía que iba a ser algo excitante y emocionante y tenía total confianza en él, a pesar de lo que la lógica podría dictar en una situación así.

Se acercaba el momento. Yo estaba en mi casa pendiente de la hora, él me avisaría con tiempo para arreglarme y llegar a Santa Ana, nuestro punto de encuentro. Al fin me escribe, está todo listo. El corazón se me acelera y me pongo la ropa que ya tenía cuidadosamente elegida desde hacía unos días. Medias, faldita corta, una camiseta negra con encaje y ropa interior negra.... “¿llegaría a verla? ¿qué me esperaba esa noche...?” estaba tan nerviosa como intrigada.

Ya en el metro mi mente no paraba. Quería llegar yaaaa!! Le aviso de que ya estoy allí y no obtengo respuesta. Mis mensajes de whatsapp salen como no leídos. “¿Qué está pasando?” Miro a mi alrededor, buscando. Cada persona que se acercaba a mi me hacía dudar, ¿formará parte de la sorpresa? ¿alguno me dará una nota? Después de casi 10 minutos, ya me empiezo a preocupar ¿y si era todo una broma? ¿Y si al final no aparece?

Le intento llamar y no lo coge, pero al ratito me llega un sms. El whatsapp no funciona y no me han llegado sus instrucciones. ¡Uf! Menos mal....solo ha sido un fallo técnico. Al fin recibo su mensaje original:

       - “Entra en el pub Melia,sabes cual es? Dirigete a los baños, estan a la dcha por un pasillo. Entra en la última cabina. Detras de la taza, escondida hay una bolsa negra, ponte las dos prendas que hay dentro, ajustalas bien, de ello dependeran tus sensaciones. Cuando estes lista, sientate, me escribes y espera.”

Me dirijo hacia donde él me indica, casi temblando de los nervios, sin saber lo que me espera. Encuentro la bolsa con dos antifaces negros en su interior....Los coloco bien, no veo nada. Le escribo y me siento.



Ese momento fue totalmente surrealista, me imaginaba yo desde fuera y pensaba, “¿pero qué haces aquí? ¿a quién se le ocurre?” Cuando oí que alguien entraba en mi cabina me tapé la cara, de nervios, vergüenza, timidez...y pensé

    - “Ya no hay marcha atrás”

Él notó esos nervios al instante, yo daba por hecho que era él. La persona con la que tanto había hablado. Pero en ese momento me explicó la situación. Era un amigo y solo venía a acariciarme con las yemas de los dedos. Yo me quedé un poco alucinada, ¿sería verdad? ¿era otra persona?

Me puso de pie, me acariciaba despacio, mis piernas temblaban, me susurraba lo mucho que le gustaba...No sabía que hacer con mis manos, hasta que él me dijo que podía tocarle. Le tocaba la cara, imaginando sus rasgos. Notaba sus brazos fuertes, su pecho. Era alto, su olor me atraía....poco a poco acercaba su cara a la mía y me hablaba. Debía bajarme las braguitas para ver lo húmeda que estaba. Yo me dejé.  Sabía que lo estaba.

Esas caricias, por muy inocentes que parecieran, me estaban volviendo loca... Sólo la situación, su presencia y su actitud ya me volvían loca. Me subió la falda y bajó mis braguitas, intentando no tocarme mucho, ya que no era “lo acordado”. Vió lo mojaditas que estaban y volvió a incorporarse a mi altura. Sentí su deseo en mis manos, empecé a acariciarle y noté cómo estaba de excitado y eso me hizo estremecerme y desearle aún más.

Me rozaba los muslos, por la cara interior...acercándose a mi sexo ansioso por ser acariciado. Notaba su respiración sobre mi rostro, casi en mis labios, anhelaba besarle, quería sentir sus besos...pero no podíamos, el trato eran solo caricias con los dedos. Pero poco a poco sus dedos iban rozando el límite de lo prohibido y mi excitación era cada vez más evidente, mi respiración se aceleraba cada vez más, mi boca se entreabría y mis caderas se adelantaban ofreciéndome a él.

Me propuso hacer una trampa. Él no podía tocarme, pero yo podía guiar sus manos. Sonreí ante la idea y no lo dudé. No podía más. Acaricié su brazo hasta llegar a su mano y la guié hacia mi coño, dirigiendo sus movimientos y cuando sentí sus dedos entrar dentro de mi se me escapó el primer gemido ahogado y me entregué totalmente al placer que estaba sintiendo.

Estaba tan excitada que se oía como entraban y salían sus dedos de mi coñito ahora empapado. Estaba abrazada a él, muy consciente de que no le había besado y en ese momento pensé....

    - ”Si no es él, no me importa. Me encanta.”

Me sentó,  me abrió las piernas y empezó a lamerlo suave moviendo sus dedos en mi interior. En ese momento me tenía en sus manos. No recuerdo haber estado tan excitada, tan entregada a alguien desde hacía mucho. Según aceleraba el ritmo mi boca se abría deseando gemir libremente, pero conteniéndome y mordiéndome el labio inferior porque había gente fuera. Seguro que podían oírnos...mi respiración agitada y su lengua recorriendome y saboreándome no se podían esconder en el silencio. Pero daba igual. Estabamos él y yo.

Con los ojos cerrados podía evadirme del resto y concentrarme en cada movimiento de su lengua, de sus dedos, concentrada en controlar esos gemidos que luchaban por salir y que en algún momento no pude contener.

Cuando bajó un poco el ritmo me incorporé, le cogí la cara y besé sus labios, no podía aguantar más. Viví cada movimiento de su lengua y de sus labios de ese primer beso con intensidad

    - “Ummm que bien besa, tan bien como prometía”.

Nos levantamos y seguimos besándonos, no podía parar. Pero sabía que estaba llegando el momento de irse. Se guardó mis braguitas y a cambio me puso otras....que más que braguitas era un tanga con una cuerda con perlitas, que a cada movimiento te hacía ser consciente de que lo llevabas.

Cuando se fue, me quité el antifaz, estaba sudando, me temblaban las piernas...Me senté un momento para recuperar el aliento pero cerraba los ojos y no dejaba de sentirle, me daban escalofríos de placer y sonreía. Lo había hecho y lo había disfrutado, y madre mía, ¡cómo lo había disfrutado! Porque ese era uno de mis miedos, que los nervios me traicionaran y no me dejaran vivirlo en toda su intensidad. Pero eso no había pasado, había sido increíble. Y aún me quedaba conocer a la persona que lo había hecho todo posible....¿o ya la conocía?

Salí y le vi allí, de frente...Cuando le vi supe que había sido él. Su pelo y su olor, le delataban. Pero seguí con el juego del chico que se acababa de ir. Y le conté mi versión de los hechos. Nos tomamos una copa y hablamos de nuestras sensaciones, impresiones y pensamientos.

Ha sido una de las experiencias más intensas que he vivido y aún hoy tengo esas sensaciones a flor de piel.... Fue el comienzo de una noche para recordar, y espero que la primera de otras.


domingo, 25 de marzo de 2012

El arte de seducir. Capitulo XII: Ataques de fuego.



Continuación de: El arte de seducir. Capitulo XI: El valor de la información.

Capitulo XII: Ataques de fuego.
Si bien cualquier tipo de ataque es válido en el arte de seducir, todo el que desee recorrer este camino debe dominar el fuego.
El fuego es capaz de nublar a cualquiera, incluido a ti, por eso lo primero que debes hacer es prevenirte contra él.
Es posible que nazca dentro de ti antes del momento oportuno. Has de centrarte en tu estrategia, en tus recursos, en tus maniobras, pero no dejarte llevar por él.
Sin embargo has de ser capaz de sembrarlo en la persona a la que deseas seducir.
Fases del fuego.
Todo fuego tiene tres fases, iniciación, propagación y extinción.
Tipos de fuego.
Fuego de subsuelo, fuego de creciente, fuego de explosivo.
El fuego de subsuelo es aquél que se extiende poco a poco sin ser detectado.  Se crea sutilmente, iniciándolo sin darle importancia y dejando que este vaya extendiéndose lentamente por la mente de la persona que deseamos seducir. Este fuego permanecerá latente hasta el momento en que sea necesario que lo avives.
El fuego creciente es aquel que se prende y se va avivando poco a poco, sin prisa, pero sin pausa.
Fuego explosivo es aquel que se crea de manera súbita, por sorpresa, pero con tal virulencia que es imposible de contener.
Como manejar el fuego.

Hay momentos adecuados para crear fuego y otros no, no los confundas.
Es imposible manejar el fuego si no se tienen en cuenta las disposiciones.
El terreno quemado no puede volver a arder hasta que se haya recuperado.
Si pretendes prender un fuego explosivo asegúrate de dominarlo, ya que corres un grave riesgo de que se vuelva contra ti.
El fuego explosivo crecerá y se avivará con mayor virulencia si se prende sobre un fuego de subsuelo.
El fuego creciente progresará mejor si prende sobre un fuego de subsuelo.
El dominio del fuego de subsuelo es un arte en sí, si eres capaz de dominarlo, podrás dominar el fuego a tu antojo.
Un ejemplo de fuego de subsuelo es aquella idea que de manera sutil eres capaz de introducir en la imaginación de la persona a la que deseas seducir. En su mente esta irá creciendo, encendiendo su fuego interior en ocasiones, otras pasando desapercibido, pero volviendo cada vez a su cabecita con un poquito más de intensidad.
En cualquier caso, no basta con introducir la idea, es necesario “abonarla”, pero siempre poco a poco, de manera siempre sutil y sin insistir demasiado. Si ese ascua ha prendido, la persona a la que deseas seducir  te irá reclamando más oxigeno para ir avivándola.
Un fuego creciente es esa conversación guiada y dirigida que comienza, va subiendo de tono poco a poco, es un juego en el que se van dando pasos cortos pero seguros, mostrando el objetivo de manera clara y decidida.
Es muy importante que por directos que podamos ser, no se deben olvidar los recursos, los quiebros, el sentido del humor, las disposiciones y como no puede ser de otra manera, dejar siempre una vía de escape real.
Para poder encender un fuego explosivo, es necesario un dominio completo de las disposiciones. Si bien el resultado puede ser inolvidable, los riesgos que conlleva son de la misma envergadura. Es esa excitación que se crea de manera instantánea, que es completamente incontrolable y por lo tanto, si lo realizamos en el tiempo y el terreno adecuados y con la estrategia y las disposiciones correctamente valoradas, resultará imparable.
Pretender seducir sin este conocimiento es como pretender plantar un árbol sin saber lo que es una semilla.




domingo, 18 de marzo de 2012

¿Una cita tradicional o especial?


Cuando Carlos abrió la puerta de la última cabina del cuarto de baño de mujeres, encontró a Bea sentada, obediente con el antifaz cubriendo sus ojos y hecha un manojo de nervios, hasta tal punto que no pudo evitar, quizás en un acto reflejo, llevarse las manos a la cara.
Carlos se acercó a ella, la observó, cogió suavemente sus manos y le dijo:
-          No sabía que eras tan guapa…
-          Si te he enviado fotos… - Respondió con una sonrisa nerviosa…-
-          No, a mí no, a lo mejor a Traviesillo…
Bea se quedó paralizada, sabía que esa noche le esperaba una cita especial, pero lo último que podía imaginar es que fuera con otra persona distinta a la que ella pensaba.
Carlos la cogió de las manos invitándola a ponerse de pie:
-          Traviesillo me ha dicho que debo excitarte, solo con las yemas de los dedos y sin llegar a acariciar tu sexo y que no puedo besarte…
Guió las manos de Bea a su cara y los dos comenzaron a reconocerse, acariciando suavemente sus facciones, el pelo, el cuello…
Carlos tuvo que indicar al menos en dos ocasiones a Bea que debía seguir el mismo recorrido que él hacía con sus manos, ya que ella, presa aún de los nervios dejaba que sus manos navegaran libremente por los brazos de él.
Carlos tenía ante sí a una preciosa chica vendada, nerviosa, pero visiblemente excitada por la situación. Podía observar como sus preciosos labios se iban entreabriendo fruto de la excitación y como la respiración comenzaba a acelerarse.
Las manos continuaban reconociendo sus cuerpos, buscaban sus espaldas, sus caderas, sus piernas…
-          ¿Sabes? Traviesillo me ha dicho que compruebe si estás excitada, pero que para ello no puedo tocar tu sexo…
-          ¿Y cómo piensas hacerlo?
Subió su faldita hacia arriba y deslizó sus braguitas hasta medio muslo. Él pensó que podría hacerlo sin levantar demasiado la falda de Bea, sin embargo, esta era muy ceñida por lo que al  subirla dejó su sexo a la vista…
Tocó sus braguitas y…
-          Joder… las tienes empapadas…
-          Sí…
Carlos procuró continuar acariciando todo el cuerpo, subía su camiseta y exploraba su vientre, sus pechos, su espalda, volvía a su cuello, sus piernas… pero la imagen de una chica tan inocente, vendada, entregada a sus caricias, con la faldita subida y con las braguitas empapadas, hacia que irremediablemente sus manos se acercaran una y otra vez a su sexo…
-          Me encantaría tocarte…
-          ¿Por qué no lo haces?
-          Me han dicho que no lo haga…
Mascullaron entre respiraciones agitadas mientras sus caras parecían danzar en un baile en el que sus labios se acercaban y se alejaban…
Carlos deseaba besarla, pero al tenerlo prohibido rozaba con sus labios sus mejillas, su cuello, casi sus labios…
Bea, que cada vez se encontraba más excitada y que no tenía prohibición alguna, buscaba los labios de Carlos y sin embargo, respetando la misión que este tenia, no llegaba a besarle.
-          Quiero tocarte… quiero seguir excitándote….
-          ¿Lo vas a hacer?
-          Creo que ya sé como hacerlo…
Carlos con los dedos casi acariciando el coñito de Bea, pinzó sus labios y en ese momento ella se estremeció, arqueo su espalda, sentía toda la presión en su clítoris. Carlos presionaba rítmicamente mientras sus bocas seguían jugando una junto a otra.


-          Quiero tocarte… quiero tocarte de verdad….- susurró Carlos.
-          Hazlo…
-          No puedo… no me dejan, pero.. a ti sí.. coge mi mano y se tú la que la guíe.
Bea sin dudarlo ni un solo momento cogió su mano y la llevó hacia el interior de su sexo…
Los dedos de Carlos comenzaron empaparse en él, estaba completamente húmedo. Comenzó a acariciarlo con suavidad, pero acabaron resbalándose hacia su interior.
Él la acariciaba suavemente, entrando y saliendo mientras sus caras continuaban en su propio baile de lenta seducción hasta que Bea presa de la excitación comenzó a besarle.
Ya no había más reglas que romper, ahora solo estaban ellos dos, excitados y entregados al momento.
-          ¡Joder!!!  ¿Has visto como estás? Me estás encharcando la mano…
-          Si….
-          ¿Lo oyes? ¿Oyes como chapotea?
Bea se pegaba más y más contra la pared disfrutando de las embestidas que Carlos le ofrecía con sus dedos, se encontraba tan excitada, tan mojada, que se podía oír fácilmente el sonido de la excitación.
-          No puedo más, supongo que me llevaré una bronca por esto, pero….
Sentó a Bea en la taza, abrió sus piernas y se lanzó a devorar su coño. Lo comía con ansia, recorriéndolo entero, presionándolo con fuerza, dejando explotar toda la excitación que se había estado conteniendo mientras la follaba con los dedos…
Bea estaba completamente entregada, se arqueaba e intentaba ahogar sus gemidos para que las mujeres que iban entrando en el baño no nos descubrieran.
Cogía su cabeza, acariciaba su pelo y la presionaba contra su sexo para poder sentirlo aún más…
Volvieron a ponerse de pie. Se besaron, Carlos sabía que se tenía que ir, pero cada vez que intentaba darle un beso de despedida a Bea, se perdía en él. Le encantaba esa boquita, su manera de besar, la forma en la que combinaba la suavidad y la dulzura con el deseo. Volvía a despedirse y volvía a besarla una y otra vez….
Por fin se marchó.
-          Pídele a Traviesillo que me quede con vosotros, ¿vale?
-          Claro... -Respondió ella-
Cuando Bea salió yo la estaba esperando con un par de copas de Champagne.
-          Mmmmmm vaya sonrisa con la que sales… ¿Te ha gustado la sorpresa?
-          Me ha encantado…
-          ¿Qué ha pasado? Cuéntame…
-          ¿Él no te ha contado nada?
-          Muy poco, le he dicho que se marchara, tenía muchas ganas de estar contigo…
Intenté continuar mi farsa durante un rato más, pero era muy consciente de la dificultad de que creyera mi papel habiendo leído anteriormente mi blog.
Nos reímos con mi fallido intento aunque me confeso que sí hubo momentos en los que realmente pensaba que no era yo y que era alguien a quien había introducido en el juego.
Los dos nos encontrábamos ansiosos por conocer cómo lo había vivido la otra persona.
Yo me moría de curiosidad por saber como una chica tímida había vivido esa experiencia, qué había sentido, cuales habían sido sus temores los días antes, mientras venia, al sentirme entrar, cuando la toqué…
Salimos a una terraza, picamos algo y nos fuimos a mi casa a continuar la noche. Allí continué descubriendo a esa chica capaz de convertirse en una niña dulce con mirada de ángel, cariñosa y suave y con una maravillosa capacidad de dejarse llevar hasta las fantasías más lascivas que uno pueda imaginar. Una chica tímida e indecisa a todas luces, pero que sin embargo guarda en su interior una persona valiente que cuando toma una decisión no solo la mantiene, sino que sabe vivirla y sentirla en toda su intensidad, absorbiendo todo lo que se la ofrece y ofreciendo con una enorme generosidad.

domingo, 11 de marzo de 2012

El arte de seducir. Capitulo XI: El valor de la información.





Capitulo XI: El valor de la información.
De todos es conocidos que la información es poder  y en el tema que nos ocupa, ésta (la información) tendrá un valor incalculable.
Existen dos informaciones que podremos manejar, la información cedida y la información buscada.
La información buscada es aquella que podremos obtener indagando. Hoy en día, las redes sociales, Google e internet en general, nos ofrece la posibilidad de obtener información de manera muy sencilla, así como aquella que nos puedan ofrecer amigos o conocidos.
Mucho cuidado, no estamos hablando de ningún tipo de intromisión en la intimidad de nadie, sino en usar información disponible para todo el mundo.
¿Cuál es el tipo de información que nos interesa? Llegados a este punto deberíamos saberlo todos, de lo contrario quizás mereciera más la pena repasar los anteriores capítulos.
La información que más valor tiene es aquella que hace referencia a sus intereses, hobbies. Si le gusta la lectura, que tipo de libros, deportes, viajes y destinos, suscripciones a foros,  inquietudes, etc.
En cualquier caso la información que más nos debe interesar es la información cedida, es decir, aquella que la persona a la que queremos seducir nos cede de manera consciente o inconsciente.
Como viste, como se mueve, como habla, sobre que habla… todo ello nos ofrece una información que debemos manejar y actuar en consecuencia.
Además de lo anterior, ser capaces de dirigir la conversación a compartir experiencias vividas nos ofrecerá sus puntos de vista sobre como otros fracasaron y porqué en su intento, que le gustó de anteriores amantes…
En muchas ocasiones al recibir esta información la desdeñamos y lo único que conseguimos es cometer los errores que otros ya cometieron y sobre los que además habíamos sido avisados.
Si te indican:
-          No me gusta que me bombardeen a mensajes.
No la bombardees a mensajes.
Si te indican:
-          No me gusta subir nadie a casa.
No le insistas en subir a su casa.
Si te indican:
-          Me molesta mucho que me hagan esperar.
No la hagas esperar.
Seguro que leído así resulta incluso absurdo, pero solo os estoy trasladando situaciones reales que me han contado.
Sin información no es posible crear estrategias, estudiar las disposiciones o asignar los recursos necesarios.
Gracias a la información podrás elegir los terrenos adecuados, conocer sus debilidades y sus fortalezas.
La varita mágica que toda aquella persona que desea seducir anhela, es saber exactamente que pasos debe dar para poder conseguirlo con la persona deseada, su error más frecuente es no hacer caso de la información que esta le ofrece, ya que siempre de una manera u otra, esta información se nos ofrece de modo natural.





domingo, 4 de marzo de 2012

El arte de seducir. Capítulo X: El terreno.




Continuación de: El arte de seducir. Capítulo IX: Posiciones


Capítulo X: El terreno.


El terreno en el que disfrutaremos de nuestros encuentros será clave para el desarrollo de nuestras estrategias. De este modo, al igual que no elegiríamos un parque de bolas infantil para la cita en la que queremos besar por primera vez, siempre deberemos buscar el terreno más propicio en función de las disposiciones y de la estrategia que vayamos a utilizar.

Para poder entender bien las ventajas y dificultades que puede ofrecernos cada tipo de terreno, los dividiremos en:

Dispersivo, fronterizo, clave, comunicador, convergente, hostil, difícil, rodeado y mortal.

Dispersivo: Que serán aquellos lugares cercanos a la casa de la persona a la que deseamos seducir, donde podrá retirarse sin dificultad.

Fronterizo: Cuando este se encuentra a similares distancias de tu casa y de la suya.

Clave: Un lugar que tan ventajoso para ti como para ella.

Comunicador: Un lugar donde podáis conversar agradablemente sin problemas de música, gritos, silencios (como el cine), y cómodo, será un lugar comunicador.

Convergente: Si te encuentras en cualquiera de los terrenos detallados, y tienes otro “cerca”, esté terreno será convergente.

Hostil: Cuando te encuentres en un terreno en el que no tienes dominio sobre ninguno de sus aspectos, este será un terreno hostil.

Difícil: Será aquel que no sea ventajoso ni para la otra persona, ni para ti.

Decisivo: Será aquel que propicie el desenlace final de todos nuestros esfuerzos. No existe uno en concreto y si bien, usualmente pueden ser su casa, tu casa o un hotel, éste también puede ser cualquiera improvisado.

Estimulante: Cualquiera que estimule cualquier sentido, inquietud o curiosidad de la persona a la que deseamos seducir.

Ventajoso: Aquel en el que goces de especial ventaja, bien por la cercanía a tu casa, por el dominio que tienes del lugar o por cualquier otro motivo.

Mortal: Cuando te encuentres en un terreno en el que tengas en tu contra más aspectos de los que seas capaz de dominar, este será un terreno mortal.

Por supuesto, un terreno en concreto puede ser más de uno de los aquí detallados. Ya que un restaurante donde por ejemplo se cena a oscuras y que esté muy cercano a su casa, será estimulante, dispersivo e incluso alguno o algunos más.

Por eso, no pretendas iniciar grandes avances en terrenos dispersivos. Si has quedado cerca de su casa, convierte su comodidad en ventaja y no en dificultad al querer aprovechar la cercanía de esta.

Aunque hayamos leído esta frase “donde podrá retirarse sin dificultad”, no debemos tomarlo como un terreno poco propicio, en especial en las primeras citas, ya que contribuirá a la comodidad y confianza que debemos aportar.

Nunca elijas terrenos difíciles ni fronterizos. Resulta evidente que el primero siempre nos ofrecerá más dificultades y el segundo nunca tiene sentido. Si vas a quedar en terreno fronterizo, aprovecha para inclinar la balanza hacía el que más convenga a tu estrategia.

En los terrenos mortales es preferible evitar los enfrentamientos, establecer una estrategia defensiva y evasiva, ya que en caso de no poder llegar a dominar esos aspectos, ellos serán los que te dominen a ti y habrás perdido cualquier oportunidad de seducción. Si deseas enfrentarte a ellos, deberás hacerlo con todo tu coraje, tus mejores estrategias y todos tus recursos.
En terrenos convergentes aprovecha las ventajas que pueden ofrecerte los que tienes cerca.

En terrenos hostiles, como puede ser una fiesta de sus amigos, despliega todo tu valor y recursos, convierte la adversidad en ventaja y forma alianzas, si dominas el arte de crearlas, serán estos los que te posicionen ante ella.

Prepara y construye las posiciones (las tuyas y las suyas) en terrenos comunicadores.

Los terrenos estimulantes son especialmente indicados para crear fuego.

Usa tus mejores estrategias y recursos en los terrenos clave.

Si el terreno es ventajoso, por lo general la otra persona es conocedora de esta situación, por lo que se convierte en uno de los lugares más difíciles. Resulta muy sencillo pensar que ya que tenemos esa ventaja podemos relajarnos, esto sería un error tan grande como hacerlo en un terreno decisivo.

En los terrenos decisivos, solo hay una premisa y es de gran importancia, no te relajes, no creas que por haber sido capaz de llegar a él está todo hecho. Quien en el camino de la seducción, no trabaja de igual manera e intensidad desde el principio hasta el fin, no solo cosechará fracasos, sino que nunca se podrá decir que ha hecho de ello un arte.


domingo, 26 de febrero de 2012

El arte de seducir. Capítulo IX: Posiciones



Continuación de: El arte de seducir. Capítulo VIII: Las nueve variables.

Capítulo IX: Posiciones.



Para poder optar al éxito, debes conseguir que la persona a la que deseas seducir te posicione y te estime. A esto se le llama ganar la posición.

Ganar la posición es que seas reconocido, admirado o deseado por algo, es decir, de ti han de destacar varios puntos y esto lo conseguirás en función del uso que hagas de tus recursos y de como te preocupes en alimentarlos y en hacerlos crecer.

La persona a la que deseas seducir, ha de valorarte por tu:

Caballerosidad

Por lo morbos@ que le puedas parecer.

Por tu educación.

Por tu físico

Por tu cultura

Por tus viajes

En deportes

En arte

En literatura

Por tu sentido del humor

Por tu elegancia

Por tu dinero

Por tu conocimiento del cine

Por tu conocimiento de la naturaleza

Por tu conocimiento de los minerales

Por tus experiencias en las montañas

Por tu música

Etc.

Es evidente que resulta muy difícil dominar todos los ejemplos que he presentado más todos aquellos que existen y que no he reflejado aquí.

Sin embargo, lo que si resulta evidente es que son aspectos que podemos aportar a nuestras vidas, que nos enriquecerán y que deberíamos hacer queramos seducir o no solo por el simple hecho de querer crecer.

Por eso, el crecimiento personal debería ser anterior a nuestra preocupación en nuestro crecimiento como seductores o seductoras.

Seguro que todos nosotros tenemos conocimientos o habilidades en los ejemplos que he puesto, o en otros y esos son los que debemos mostrar.

Sin embargo mucho cuidado al hacerlo, ya que esto ha de realizarse de manera muy sutil. Imaginad que la persona que tenemos enfrente le tiene pánico al agua y nosotros queremos mostrar nuestro dominio del buceo. Puede suceder que aún así disfrute de la conversación, pero también es posible el caso contrario, por lo que deberemos estar muy pendientes de lo cómoda que se encuentra la otra persona con la conversación.



Debemos mostrarlos con una enorme sutiliza y dejar que sea la otra persona la que si tiene interés nos anime a usar ese recurso.

Por ejemplo, si hablamos de vacaciones, se puede dejar caer:

- Estuve buceando en Canarias.

Ya hemos dicho que buceamos, no es necesario insistir en ello, y si el tema interesa ya seremos preguntados.

Sin embargo, y si bien todo los puntos anteriores son opcionales y se puede elegir cualquiera de ellos, o mejor, varios de ellos, hay uno que alguien que pretenda seducir debe cumplir de manera rigurosa.

Caballerosidad.

Hace tiempo oí una descripción sobre que significa ser caballero que me gustó mucho:

Un caballero es aquel que siempre está pendiente de la comodidad de la gente que le rodea.

Por extensión, creo que la descripción es perfectamente válida para una dama.

Tampoco pretendo ser más papista que el Papa, pero observar con detalle el uso de las buenas maneras, acerca mucho a la comodidad de la persona que nos acompaña.

Tampoco pretendo profundizar demasiado en este aspecto, ya que podría ser motivo de una serie de textos dedicados a este tema.

Como resumen, si quiero insistir en la necesidad de que seamos valorados y reconocidos en algunos aspectos por la persona que queremos seducir y de la importancia de crecer internamente.

Sin embargo, y para esto recomiendo una segunda lectura del capitulo VIII en el apartado EGO, es imprescindible que tomemos este reconocimiento con la ventaja que nos ofrece y no nos ceguemos deseando alimentarlo, ya que eso, nunca podrá formar parte de una estrategia, sino de un acto de vanidad vacío que no solo no nos aportará ventaja, sino que podrá causar el efecto contrario, rechazo.

Hemos hablado de nuestro posicionamiento, pero tan o más importante resulta el posicionamiento y el reconocimiento de la persona a la que deseamos seducir.

Sea cual sea la situación, no debemos perder la oportunidad de reconocer sus méritos, de alimentar su ego.

Tal como el diablo decía en alguna película: “De entre todos, mi pecado favorito es sin duda la vanidad”

Cuando hablo de posicionamiento, me refiero a ese “poner en un pedestal” que de manera típica sucede con profesores, guías, monitores, actores o maestros en alguna disciplina.

Si conseguimos ser situados de manera similar, aumentaremos nuestras ventajas de una manera exponencial.

Si no resultamos interesantes o atractivos en ningún aspecto, muchas estrategias podremos usar, que los mismos fracasos cosecharemos.

Cuando nos dispongamos a reconocer a la otra persona, debemos actuar como siempre, con prudencia, ya que un “que bien dibujas” resulta halagador, nueve, suenan a peloteo.

Si somos capaces de halagar con sutileza, con prudencia y sin exceso, podremos elegir en que posición haremos sentir a la persona a seducir, evidentemente, en aquella que mejor convenga a nuestra estrategia.

Es muy importante no confundir el posicionamiento de la persona a seducir con “halagar por halagar”, ofrecer piropos o reconocimientos que no se ajustan a la realidad, eso es mentir.

Si la persona que tenemos enfrente no tiene una cara especialmente bella, siempre podemos resaltar otros aspectos, su pelo, su simpatía, sus manos, su inteligencia, su figura, su imaginación… Pero ante todo, que aquello que digamos sea cierto y lo sintamos. La mentira no forma parte de los recursos de quien quiera progresar en el arte de seducir.

Quien es capaz de posicionar y ser posicionado, dominará la situación.

domingo, 19 de febrero de 2012

Detrás de ti




Me encantaba verla disfrutar, jugábamos intercalando la lentitud y la suavidad con el desenfreno y el descontrol. Me excitaba ver como cada vez se volvía más morbosa, como jugaba con distintos roles, desde la inocente e inexperta que me suplicaba que por favor parara, hasta la zorrita que se dejaba hacer cualquier cosa.

Entre rol y rol me iba excitando cada vez más, sentía como me iba descontrolando. En ocasiones cambiaba el ritmo, y volvía a intentar retomar un juego lento y morboso. Jugar a penetrarla lentamente para hacer crecer su deseo, jugar en su boquita y por toda su cara con mi erección, pero entonces ella volvía a mirarme con esa mirada viciosa y volvía a convertirse en esa putita que nuevamente conseguía que perdiera el control para acabar embistiendo cada vez con más y más fuerza. Ella gemía y gemía como respuesta a cada una de mis embestidas y yo me sentía cada vez más fuera de mí, estaba consiguiendo sacar mi lado más salvaje.

Mientras la penetraba casi con brutalidad jugaba con su culito, disfrutaba viendo como me lo ofrecía como una perrita y como se volvía loca cuando sacaba lentamente mi dedito de él. Cada vez se lo abría un poquito más y por fin no pude resistirme.

La cogí en brazos, la llevé al salón y casi la tiré boca abajo en el sofá, apoyada en el reposabrazos con su culito en pompa a mi entera disposición.

Volví a apoderarme de su coño siempre húmedo y dispuesto mientras acababa de prepararla metiendo mi dedo hasta dentro para volver a sacarlo lentamente.

Por fin, sin poder contenerme por más tiempo dejé libre su coño para penetrarla lentamente por detrás. Lo hice con cuidado en las primeras embestidas, hasta que dilató lo suficiente como para poder moverme con la tranquilidad de no hacerla daño. Lo hacía despacio, llegando hasta dentro para después sacarla lentamente y hacerla notar como mi capullo la recorría centímetro a centímetro. Eso la volvía loca, se comportaba como una autentica zorrita que pretendía fingir una supuesta virginidad anal y eso, me estaba volviendo loco.

Ver como se retorcía, gemía y arqueaba su espalda cuando yo salía de ella mientras suplicando me decía…

- No por favor, para ya… deja mi culito… no, no, no….

Me hacía sentir cada vez más cabrón.

- Mira putita – le decía mientras la cogía con fuerza del pelo – Tu a mi no me engañas, eres una zorra a la que le encanta que le abran el culito…

- No, no lo soy… no… para por favor… - me decía mientras me dedicaba sus miradas más lascivas…

- Ah no?... Pretendes que me lo crea?... Mira, voy a hacer una cosa, voy a sacar mi polla de tu culo hasta dejar solo mi capullo dentro, y sabes que voy a hacer después?

- No… que vas a hacer?

- Voy a darte un pollazo como no te lo han dado nunca, voy a metértela hasta dentro de golpe y con fuerza y si no gimes, te prometo que pararé…. Pero si se te ocurre gemir… si me demuestras el más mínimo placer… voy a seguir follándote así hasta rompértelo…

- No, no, por favor, no hagas eso, no, no, no, AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH



Creo que ni yo mismo era consciente de lo que iba a pasar. Siempre que he practicado sexo anal, he sido muy cuidadoso, no me gusta provocar dolor y supongo, que es algo que me he hecho siempre controlarme mucho en ese tipo de situaciones, sin embargo, en ese momento veía como Alma quería más, como me incitaba con sus gemidos, con sus movimientos a dejarme llevar, a perder por completo el control y de un golpe se la clavé con todas mis fuerzas hasta dentro.

Realmente no sé si gritó gimiendo, o gimió gritando, pero su espalda se arqueó todo lo que daba de sí, se giró y me miró con los ojos muy abiertos y con cara de sorpresa mientras noté como sus piernas comenzaban a temblar… Comencé a sacarla lentamente como me había demostrados que le gustaba, mientras sus piernas habían parecido entrar en un temblor constante e irrefrenable…

- Has gemido zorra, has gemido… Te lo dije, yo sé bien lo que a ti te gusta y te lo voy a dar, voy a seguir dándote pollazos hasta que te destroce…

- No, no, no…

Y volvía a gemir, y volvía a negar mientras no paraba de temblar y mirarme con cara de sorpresa mientras yo cada vez me embrutecía más y le daba con más fuerza.

- No, no, no, para por favor, para…

- Vale, quieres que pare? –y paré -

Me quedé quieto y en ese momento ella se giró todo lo que pudo, me cogió con la mano y me gritó…

- Noooooooooooooo Sigue por favor, no pares, no pares…

- Ves?????????? Lo ves???????????? Eres una Zorra!!!! Eres una zorra a la que le gusta que le rompan el culo a que si????

- Si, si, siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, no pares!!!!! No pares por favor!!!!!!!!

Eso fue la gota que colmó el vaso, si yo ya estaba descontrolado, verla así me embruteció de tal manera que ya no la follaba entrando y saliendo fuerte. Cogí mi polla con la mano y la saqué del todo, y casi se podría decir que cogiendo carrerilla, la embestía de nuevo hasta dentro, la sacaba rápido del todo, y de nuevo, cogiendo algo de distancia volvía a abrirla con fuerza…

Alma se retorcía cada vez que entraba en ella, seguía temblando, gritando, podía ver como sus manos, sus uñas se clavaban con toda sus fuerzas en el sofá mientras yo, casi fuera de mi empujaba cada vez con más fuerza hasta que los dos caímos rendidos en el sofá.

Alma, con la sorpresa dibujada en su cara me dijo…



- Uffffffffff, sabes? Nunca me habían follado así por detrás. Me gusta hacerlo, lo disfruto mucho, pero… no sabia que se podía follar así, es que… jo, es que ha sido….. uffffffffffffffff Yo otras veces que lo he hecho por detrás, he disfrutado mucho, pero siempre ha sido, no sé, nunca ha sido de tantas maneras distintas, rápido, despacio, fuerte, otra vez despacio….

No sé si estaba disfrutando más con lo que me estaba contando o con su cara de sorpresa, parecía la de un niño que hubiera visto como los reyes magos le dejaban su regalo y por fin hubiera descubierto que realmente existen.


Alma, había conseguido desligarme de ese control que nunca he perdido y que me abandonara completamente convirtiéndome durante esos momentos en un verdadero cabrón con el único deseo de follar lo más salvajemente que fuera posible.