domingo, 18 de marzo de 2012

¿Una cita tradicional o especial?


Cuando Carlos abrió la puerta de la última cabina del cuarto de baño de mujeres, encontró a Bea sentada, obediente con el antifaz cubriendo sus ojos y hecha un manojo de nervios, hasta tal punto que no pudo evitar, quizás en un acto reflejo, llevarse las manos a la cara.
Carlos se acercó a ella, la observó, cogió suavemente sus manos y le dijo:
-          No sabía que eras tan guapa…
-          Si te he enviado fotos… - Respondió con una sonrisa nerviosa…-
-          No, a mí no, a lo mejor a Traviesillo…
Bea se quedó paralizada, sabía que esa noche le esperaba una cita especial, pero lo último que podía imaginar es que fuera con otra persona distinta a la que ella pensaba.
Carlos la cogió de las manos invitándola a ponerse de pie:
-          Traviesillo me ha dicho que debo excitarte, solo con las yemas de los dedos y sin llegar a acariciar tu sexo y que no puedo besarte…
Guió las manos de Bea a su cara y los dos comenzaron a reconocerse, acariciando suavemente sus facciones, el pelo, el cuello…
Carlos tuvo que indicar al menos en dos ocasiones a Bea que debía seguir el mismo recorrido que él hacía con sus manos, ya que ella, presa aún de los nervios dejaba que sus manos navegaran libremente por los brazos de él.
Carlos tenía ante sí a una preciosa chica vendada, nerviosa, pero visiblemente excitada por la situación. Podía observar como sus preciosos labios se iban entreabriendo fruto de la excitación y como la respiración comenzaba a acelerarse.
Las manos continuaban reconociendo sus cuerpos, buscaban sus espaldas, sus caderas, sus piernas…
-          ¿Sabes? Traviesillo me ha dicho que compruebe si estás excitada, pero que para ello no puedo tocar tu sexo…
-          ¿Y cómo piensas hacerlo?
Subió su faldita hacia arriba y deslizó sus braguitas hasta medio muslo. Él pensó que podría hacerlo sin levantar demasiado la falda de Bea, sin embargo, esta era muy ceñida por lo que al  subirla dejó su sexo a la vista…
Tocó sus braguitas y…
-          Joder… las tienes empapadas…
-          Sí…
Carlos procuró continuar acariciando todo el cuerpo, subía su camiseta y exploraba su vientre, sus pechos, su espalda, volvía a su cuello, sus piernas… pero la imagen de una chica tan inocente, vendada, entregada a sus caricias, con la faldita subida y con las braguitas empapadas, hacia que irremediablemente sus manos se acercaran una y otra vez a su sexo…
-          Me encantaría tocarte…
-          ¿Por qué no lo haces?
-          Me han dicho que no lo haga…
Mascullaron entre respiraciones agitadas mientras sus caras parecían danzar en un baile en el que sus labios se acercaban y se alejaban…
Carlos deseaba besarla, pero al tenerlo prohibido rozaba con sus labios sus mejillas, su cuello, casi sus labios…
Bea, que cada vez se encontraba más excitada y que no tenía prohibición alguna, buscaba los labios de Carlos y sin embargo, respetando la misión que este tenia, no llegaba a besarle.
-          Quiero tocarte… quiero seguir excitándote….
-          ¿Lo vas a hacer?
-          Creo que ya sé como hacerlo…
Carlos con los dedos casi acariciando el coñito de Bea, pinzó sus labios y en ese momento ella se estremeció, arqueo su espalda, sentía toda la presión en su clítoris. Carlos presionaba rítmicamente mientras sus bocas seguían jugando una junto a otra.


-          Quiero tocarte… quiero tocarte de verdad….- susurró Carlos.
-          Hazlo…
-          No puedo… no me dejan, pero.. a ti sí.. coge mi mano y se tú la que la guíe.
Bea sin dudarlo ni un solo momento cogió su mano y la llevó hacia el interior de su sexo…
Los dedos de Carlos comenzaron empaparse en él, estaba completamente húmedo. Comenzó a acariciarlo con suavidad, pero acabaron resbalándose hacia su interior.
Él la acariciaba suavemente, entrando y saliendo mientras sus caras continuaban en su propio baile de lenta seducción hasta que Bea presa de la excitación comenzó a besarle.
Ya no había más reglas que romper, ahora solo estaban ellos dos, excitados y entregados al momento.
-          ¡Joder!!!  ¿Has visto como estás? Me estás encharcando la mano…
-          Si….
-          ¿Lo oyes? ¿Oyes como chapotea?
Bea se pegaba más y más contra la pared disfrutando de las embestidas que Carlos le ofrecía con sus dedos, se encontraba tan excitada, tan mojada, que se podía oír fácilmente el sonido de la excitación.
-          No puedo más, supongo que me llevaré una bronca por esto, pero….
Sentó a Bea en la taza, abrió sus piernas y se lanzó a devorar su coño. Lo comía con ansia, recorriéndolo entero, presionándolo con fuerza, dejando explotar toda la excitación que se había estado conteniendo mientras la follaba con los dedos…
Bea estaba completamente entregada, se arqueaba e intentaba ahogar sus gemidos para que las mujeres que iban entrando en el baño no nos descubrieran.
Cogía su cabeza, acariciaba su pelo y la presionaba contra su sexo para poder sentirlo aún más…
Volvieron a ponerse de pie. Se besaron, Carlos sabía que se tenía que ir, pero cada vez que intentaba darle un beso de despedida a Bea, se perdía en él. Le encantaba esa boquita, su manera de besar, la forma en la que combinaba la suavidad y la dulzura con el deseo. Volvía a despedirse y volvía a besarla una y otra vez….
Por fin se marchó.
-          Pídele a Traviesillo que me quede con vosotros, ¿vale?
-          Claro... -Respondió ella-
Cuando Bea salió yo la estaba esperando con un par de copas de Champagne.
-          Mmmmmm vaya sonrisa con la que sales… ¿Te ha gustado la sorpresa?
-          Me ha encantado…
-          ¿Qué ha pasado? Cuéntame…
-          ¿Él no te ha contado nada?
-          Muy poco, le he dicho que se marchara, tenía muchas ganas de estar contigo…
Intenté continuar mi farsa durante un rato más, pero era muy consciente de la dificultad de que creyera mi papel habiendo leído anteriormente mi blog.
Nos reímos con mi fallido intento aunque me confeso que sí hubo momentos en los que realmente pensaba que no era yo y que era alguien a quien había introducido en el juego.
Los dos nos encontrábamos ansiosos por conocer cómo lo había vivido la otra persona.
Yo me moría de curiosidad por saber como una chica tímida había vivido esa experiencia, qué había sentido, cuales habían sido sus temores los días antes, mientras venia, al sentirme entrar, cuando la toqué…
Salimos a una terraza, picamos algo y nos fuimos a mi casa a continuar la noche. Allí continué descubriendo a esa chica capaz de convertirse en una niña dulce con mirada de ángel, cariñosa y suave y con una maravillosa capacidad de dejarse llevar hasta las fantasías más lascivas que uno pueda imaginar. Una chica tímida e indecisa a todas luces, pero que sin embargo guarda en su interior una persona valiente que cuando toma una decisión no solo la mantiene, sino que sabe vivirla y sentirla en toda su intensidad, absorbiendo todo lo que se la ofrece y ofreciendo con una enorme generosidad.

6 comentarios:

Aina Alcaraz dijo...

Pedazo de historia. Ya no puedo esperar a la próxima Mmmmmm

Nyeri dijo...

Una cita contigo siempre es algo especial, por muy tradicional que sea

Aunque era difícil alargar en el tiempo la certeza de que hubiera otra persona, tener la incertidumbre durante esos minutos crea una sensación de temor, placer y deseo que hace estremecer viviéndolo y recordándolo.

Besos dulces.

Un travieso curioso dijo...

Mmmmmmmm Nyeri... Intentaré proponerte alguna cita... ya veremos si luego la denominamos especial o tradicional...

Pues tienes razón, ese era mi objetivo, conseguir esa sensación de temor y de incertidumbre durante al menos alguno de los momentos.

Vivirlo y tal como dices, guardarlo para poder rescatarlo del recuerdo cuando se deseé, supone una verdadera experiencia.

Besos muy traviesos.

Muy traviesillo

Un travieso curioso dijo...

Aina, Bienvenida!!!! Espero poder continuar ofreciendote historias que te sigan dejando con esa sensación...

Besos traviesos.

Muy traviesillo

Irina dijo...

Lo mejor de cada historia que cuentas, es que haces que me sienta la protagonista, eso para mi es un don, y tú lo tienes.

Un travieso curioso dijo...

Mmmmmm Podría ser interesante que lo fueras...

Besos traviesos