domingo, 13 de enero de 2008

Arrancándote la ropa.


La velada comenzó tranquila, sencilla. Las risas, las sonrisas, las miradas decían que nos sentíamos cómodos, que estábamos a gusto juntos, que ambos deseábamos disfrutar de algo mas que de un simple “tomar algo”

Pequeñas picardías se hacían evidentes en la taberna irlandesa en la que nos habíamos encontrado. Las miradas se sostenían juntas, cómplices, no evidentes aún, jugando a serlo y no serlo, jugando...

La conversación navegaba entre trabajo, aficiones, pensamientos y quien sabe guiada por quien, si por ella, por mí, o quizás por ambos, la conversación siempre acababa en sexo.

Fué cuando llegamos al parking de Santa Ana, cuando siguiendo con mis pequeñas “tonterías”...;

- ¿Ves? En la primera planta nunca encuentro sitio... en la segunda tampoco... no sé porqué pero en este parking solo encuentro sitio en la última planta y en el sitio mas alejado... –

Una mirada con toda la intención acompañó mis palabras.

Cenamos, y acompañados por el vino, nuestras palabras, nuestras sonrisas, nuestros gestos eran un baile de provocaciones, dirigíamos la conversación para jugar con nuestras intenciones, haciendo oculto lo evidente y evidente lo oculto.


Nos acercamos, casi nos besamos, alimentábamos la tensión sexual que entre nosotros crecía hasta el punto que en ocasiones dudaba si Alicia era consciente de mi erección o no.

El primer beso, fue el mejor postre que podía imaginar, dulce y contenido, nuestros labios se acariciaron lentamente. Nos explorábamos, nos sabíamos excitados deseando desatarnos, pero queríamos retrasar ese momento. Nuestras manos bailaban en nuestros rostros, en nuestros cuellos. Nos mirábamos, nos deseábamos, sabíamos que esa situación tendría su desenlace y queríamos jugar con él, alimentarlo, aumentar toda la tensión para que llegado el momento explotara sin medida.

Así fué, tomamos una copa, y jugamos de manera atrevida a provocar a algún que otro chico que podía intuir como mi mano exploraba bajo la falda de Alicia, su mirada la delataba.

Cuando llegamos al parking, nuestros cuerpos eran bombas de deseo a punto de estallar, los besos frenaban nuestro camino, interrumpían nuestras conversaciones.

Cuando llegamos al coche, nos fundimos el uno con el otro, besándonos, presionando nuestros cuerpos para sentir toda la excitación.

Al deslizar su abrigo por su cuerpo, Alicia se apoyó contra el coche llevando su cabeza hacia atrás, sus brazos abiertos, esa visión de entrega me excitó tanto que no pude evitar lanzarme contra su cuello, presionar sus pechos mientras la recorría a besos. Me volví loco de deseo, casi de un tirón baje el tirante de su top hasta dejar el pecho al descubierto.



La perspectiva de Alicia recostada sobre el lateral de mi coche, con su pecho al aire, me excitaba tanto que no pude evitar morderlo, hacerlo mío, bañarlo en mis labios.

No podía esperar, la deseaba allí y ahora, casi arrastrándola de una mano la llevé a la parte delantera de mi coche, la tumbé sobre el capó y colocado entre sus piernas mientras sentíamos nuestra excitación, nos besábamos salvajemente, sabíamos que no íbamos a esperar, sabíamos que ese iba a ser el lecho de nuestro deseo, que allí la penetraría, que allí, cualquiera podría vernos.


Esa situación lo único que conseguía era alimentar mas nuestra imaginación, nuestro morbo...

Me arrodillé ante sus piernas abiertas, observé esos pantys de rejilla que tanto había mirado durante toda la noche, lo único que me alejaba de su sexo. No podía esperar más, no podía consentir que nada se interpusiera entre su sexo y el mío.

Agarrándolos con las dos manos, de un solo tirón, los desgarré. Sonó un ruido rasgado que jamás podré olvidar. Allí tenia para mí su sexo, expuesto, únicamente cubierto por las preciosas braguitas que solo pude apreciar un breve instante. Por encima de ellas lancé un beso, un envite con mi boca, y pude notar, como estaban completamente empapadas.

No pude disfrutarlas mas, no duraron mas, las quise apartar para lamer su sexo, pero cuando las toqué y empaparon mi mano, de un solo tirón volví a rasgarlas hasta arrancarlas, volviendo a disfrutar del sonido del desgarro.

Me abalancé sobre su coño empapado como si fuera el primero que hubiera visto en meses, no fui cuidadoso. Mi boca, mi lengua, mis labios, solo podían devorarlo, saborear su humedad, su excitación. Los gemidos de Alicia solo conseguían desatarme más, desearla más.

Me levante, abrí mis pantalones, y de un golpe entré en ella, sus gemidos volvían a embrutecerme, la situación me enloquecía.

Ver a Alicia tumbada en mi coche, con sus medias, sus braguitas rotas, en el parking, con algún coche pasando de vez en cuando, me excitaba, me embrutecía, hacia que mi cadera solo buscara golpear mas fuerte contra la suya.

Sin conocimiento de mí, sin control, solo deseando llegar más y más dentro de ella, aumentar sus gemidos, aumentar el deseo y el vicio que su mirada denotaba, me llevaba a pensar lo fácil que seria que nos pillaran.



- ¿Sabes que pueden pillarnos? ¿Que pueden ver como te estoy follando?-
- Joder si, si, me gusta, me gusta, más de lo que imaginaba.... – Respondió Alicia. – Joder!!!! Vaya cara que se te pone!!!!! Vicioso!!!! – acompañó.

Después de la fugaz visita de la pareja que retiraba el coche situado a tres plazas del nuestro, y viendo como ambos miraban procurando no ser pillados por el otro, Alicia y yo estábamos salvajemente entregados al placer que nos ofrecía la situación.

Yo sobre ella, frotándome mientras la penetraba, mientras nos besábamos sin control

Fue cuando levante la cabeza y a escasos diez metros vi al vigilante del parking de pie, quieto, mirándonos, observándonos...

Me hizo una sonrisa que transmitía claramente un... (Joder!!!! Como os lo montáis, pero yo sigo aquí, quiero seguir mirando un poquito mas...)

Sentirme pillado, solo alimentó mi morbo, me erguí un poco más, le sonreí, y mirándole aún, comencé a embestir mas fuerte.

Acerqué mis labios a Alicia para decirle...;

- Tenemos de pie al vigilante mirando como te follo...-

Abrió los ojos, su mirada se tornó más viciosa aún y gimió...;

- Fóllame... fóllame....!!!!!!

Parecía que no podíamos asalvajarnos mas, sin embargo nuestros movimientos, mis empujes, el movimiento de sus caderas, nuestros besos estaban completamente desbocados, entregados ahora a nuestro particular espectador.

Yo la susurraba vicioso...

- Seguro que te desea, que querría estar entre tus piernas, disfrutándote, debe estar excitadísimo por tus gemidos...-

Notaba como Alicia se excitaba mas aún, como disfrutaba de la sensación de ser deseada, de ser observada, de saber que alguien detrás de nosotros, miraba como se entregaba y como ese mirón debería estar excitadísimo imaginándose con ella.

Quizás llevado por un brote de profesionalidad, el vigilante nos chistó, le miré y me hizo un gesto de “ya está bien”

Lástima... ¿cómo podría haber acabado?

Para él, sí acabo el espectáculo, para nosotros la noche no había hecho mas que comenzar.

Muertos de deseo, de excitación, nos subimos al coche, fuimos a mi casa, y allí pasamos una noche de sexo, de vicio, de exploración, de placer entregado y compartido.

Ahora mientras escribo estas líneas miro la habitación y veo restos de sus medias y de sus braguitas repartidos por toda ella...

Solo el recuerdo me vuelve a excitar.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Desde luego te superas día a día.
Consigues sacar el lado más salvaje de una mujer y haces que cualquiera se entregue a tus deseos. Claro que...una ocasión para disfrutar de ti no se puede desaprovechar nunca.

Ñam, ñam

Iris dijo...

El sexo en un sitio público, por lo que tiene de trangresor, se vuelve tremendamente excitante. Lo transmites muy bien y además, en tu caso, esa sabiduría no tiene nada incencia.
Enhorabuena

Ayanay dijo...

UFFFFF!!!!

Rodrigo Fúster dijo...

si ufff te voy a hacer a ti.