domingo, 30 de septiembre de 2007

Mi alumna


Habíamos estado en contacto algún tiempo, sobre todo mails y alguna conversación mas larga por msn. No quisimos hablar por teléfono, no quisimos conocer nuestra voz, ni nuestras caras. Dentro de nuestras fantasías habíamos repartido los papeles que deseábamos jugar, ella la alumna aplicada, y yo el profesor exigente.


Tras unos 300 kms llego a mi casa, yo la esperaba vigilando la calle desde mi terraza, cuando vi el coche aparcado envié un sms y ella siguió las instrucciones.

La puerta estaba abierta, una nota la esperaba: PONTELO. No solo era la nota, un antifaz que no la dejara ver nada era su primer anfitrión.

Cuando se lo puso salí a recibirla. Preciosa, su larga rojiza melena caía ondulada sobre sus hombros, una blusa semidesabrochada dejaba entrever unos senos firmes, tersos y deseosos de caricias. Una minifalda tableada le daba un aire infantil, ese aire de alumna que los dos deseábamos crear.

Comencé a jugar con ella, hablándole al oído, acercando mis labios a su cuello, a los suyos sin llegar a rozarlos.

Ella pedía verme, llevábamos tiempo con ganas de encontrarnos por fin, y yo conocía perfectamente su deseo de oírme de verme por fin, las fotos que habíamos compartido solo no dejaban ver las caras, era parte del juego.

No hay nada más erótico que abonar el deseo y bajo esa premisa decidí hacer crecer el suyo, hacerle esperar en todo lo que deseaba.

Yo disfrutaba desenvolviendo el bombón que tenia enfrente de mí, desabrochando su blusa, recorriendo sus piernas, comenzando a disfrutar de sus senos, sin llegar presionar su deseo. La giraba, la miraba, la oía, disfrutaba de antemano.

Me excitaba esa situación de control, y notaba su excitación al sentirse en manos de alguien a quien no había visto, no había oído, completamente entregada...

La acompañé al salón, la senté, y poco a poco fui abriendo sus piernas, comencé a degustar ese precioso regalo, a besarla, a hundirme en sus piernas, a explorar toda su humedad, toda su excitación. Notaba como se arqueaba, como derrochaba deseo por todos los poros de su cuerpo.

Los dos nos encontrábamos completamente excitados, no pude mas, y di rienda suelta a nuestros deseos, primero arrodillado yo bebí de ella, después arrodillada ella recorrió mi sexo o mi sexo recorría su boca con los movimientos de mis caderas, y sobre el sofá gozamos de distintas formas, mientras ella me pedía que le retirara el antifaz.

Quería verme, y cual fue su sorpresa cuando me vio, a mi y a ella, en la pantalla de mi televisor...

Tranquila, tal como acordamos, la cinta esta borrada.
Besos